La Prohibición es seguramente uno de los acontecimientos más famosos y estudiados de la historia de los Estados Unidos de América. El impedimento de producir y consumir bebidas alcohólicas, que entró en vigor en 1919 y duró hasta 1933, fue el punto de llegada de una larga y comprometida lucha llevada adelante durante más de un siglo por los llamados Movimientos por la Templanza.
Estos movimientos organizados por ciudadanos nacieron a finales de siglo XVIII, y a lo largo del siglo XIX se convirtieron en un elemento central de la vida política de los EE.UU. En el transcurso de su larga historia, que todavía no ha acabado, han tenido toda clase de altibajos, obteniendo a veces victorias parciales seguidas de momentáneas derrotas. Lograron movilizar a grandes masas de ciudadanos, sobre todo de mujeres que organizaron marchas, asambleas y manifestaciones de todo tipo, incluso algunas violentas como cuando masas de mujeres enfurecidas asaltaban y destruían los saloons, típicos bares del viejo oeste. También han impreso y difundido millones de periódicos, libelos y estampas, muchas de ellas a colores y con viñetas que mostraban los peligros del alcohol.
La bibliografía sobre el tema es enorme y no tengo en absoluto la intención de añadir nada. Me siento solo capaz de poder decir, simplificando un poco, que los Movimientos por la Templanza fueron el fruto de una alianza entre la ciencia y la medicina moderna con el Puritanismo, junto a dos constantes de la historia norteamericana: la necesidad de tener un enemigo público y el deseo de imponer el bien con la fuerza.
Lo que me interesa contar con este artículo es solo una característica peculiar de las campañas de propaganda y movilización de la opinión pública de los Movimientos por la Templanza: el ataque sin cuartel al ron, señalado como el enemigo principal del bien público y de la salud de los ciudadanos.
El Ron había jugado un papel de decisiva importancia en la vida de los colonos ingleses durante el periodo colonial. Los colonos bebían mucho y sobre todo bebían ron. El ron no era solo una mercancía muy popular, sino un verdadero lubricante de la vida social. Se bebía regularmente y en gran cantidad en todos los rituales que marcaban la vida: los matrimonios, las fiestas ciudadanas, las ordenaciones sacerdotales, los funerales y por supuesto en las muchas tabernas. En parte lo importaban de las Indias Occidentales, en parte lo producían directamente en las colonias con melaza importada. Además, el azúcar, la melaza y el ron son considerados por muchos historiadores entre las auténticas razones de la rebelión de los colonos americanos contra la madre patria.
El ron fue decisivo también para los soldados que lucharon en la Guerra de Independencia. Una dosis regular de ron era fundamental para la salud, la moral y la eficacia de las tropas estadounidenses, así como para evitar deserciones en masa. Por ello no es casual que se haya escrito con frecuencia que el ron es el verdadero “espíritu de 1776”.
Y a pesar de todo esto, fue precisamente con la victoria de la Revolución cuando comenzó el declive del ron americano. De hecho, después de la Guerra de Independencia, una imagen nueva y negativa del alcohol se hizo normal entre las clases sociales cultas. El ataque más fuerte a la visión tradicional del alcohol como algo benéfico y saludable vino de los escritos y la labor militante de Benjamin Rush, médico y patriota muy conocido y respetado. Rush escribió muchos artículos y en 1784 publicó un opúsculo titulado “An Inquiry into the Effects of Spirituous Liquors” (Una investigación sobre los efectos de los licores espirituosos) que tuvo un éxito extraordinario. Pocas páginas, bien escritas y bien ilustradas sobre los daños físicos, psicológicos y morales que el abuso de alcohol provocaba a los individuos y a la sociedad en su conjunto.
Entretanto, el ron sufría también la competencia del whiskey, que ya era abundante y de bajo coste, así como también padeció el creciente nacionalismo. Después de la Revolución, los Estados Unidos querían afirmar su identidad cultural, la ruptura con el pasado colonial y sus diferencias respecto a otras naciones. Una ola de nacionalismo contagió a la cultura estadounidense. En este nuevo clima cultural, importar del extranjero la melaza para producir el ron se convirtió pronto en símbolo de libertinaje y de dependencia, mientras que el whiskey, hecho en casa y con grano americano, formaba parte de la identidad nacional.
Por todas estas razones, más o menos hacia 1830, el whiskey se convirtió en el destilado más bebido por los americanos, sustituyendo al ron. Precisamente cuando los Movimientos por la Templanza se convirtieron en un sujeto muy importante de la política y de la cultura.
Los Movimientos por la Templanza habían empezado con Rush y otros a demandar, precisamente, la templanza, es decir el beber con moderación. Al principio, por ejemplo, el vino y otras bebidas fermentadas no se condenaban. Después, con el paso del tiempo se hicieron más radicales, atacando a todas las bebidas alcohólicas, tanto destiladas como fermentadas y pidiendo la prohibición de todo consumo de alcohol. Pero el corazón de su propaganda era siempre el ataque al ron o, como escribían en inglés, al DEMON RUM.
Según Ian Williams en su bello libro “RUM. A Social and Sociable History” (2005) Thomas Sovereing en The American Temperance Spelling Book (1839) de modo educado define al ron como “un destilado del jugo de caña o melaza: un término general para indicar todo tipo de bebidas intoxicantes”.
Williams continúa: “Pero era mucho más que eso. En las imágenes el ron aparecía amenazante, como algo ajeno, invariablemente con una botella con etiqueta bien visible “Rum”, muy adecuada para los diseños con poco espacio. Hubieran podido usar el “Gin”, pero la mayor parte de los estadounidenses apenas lo conocían, mientras que el ron era extranjero y tenía una historia. Representaba a los católicos, los irlandeses infrahumanos y parecidas especies no nativas. En un periodo en el que la mayor parte de los estadounidenses bebían whiskey, era el ron al que se referían con más frecuencia. Resultaba más patriótico que atacar directamente al whiskey.”
La potencia monosilábica de la misma palabra –Ron- la convirtió en la preferida de poetas y escritores, y el fácil símbolo de todo mal.
Como declara abiertamente el autor de “An Eulogium on Rum”, publicado en Boston en 1837:
ARISE! Ye pimpled, tippling race arise!
From every town and village tavern come!
Show your red noses, and o´erflowing eyes,
And help your poet chant the praise of Rum!
The cordial drop, the morning dram, I sing,
The mid-day toddy, and the evening sling.
Hail, mighty Rum! and by this general name
I call each species – Whiskey, Gin or Brandy:
[The kinds are various but effect the same;
And so I choose a name that’s short and handy;
For reader, know, it takes a deal of time,
To make a crooked word lie smoot in rhyme].
Que se puede traducir más o menos así:
¡LEVANTAOS! Raza llena de granos y borracha, ¡alzaos!
¡Salid de cada taberna de ciudad y de pueblo!
Mostrad vuestras narices rojas y los ojos empañados
Y ayudad al poeta a cantar las alabanzas del ¡Ron!
Yo canto al traguito de bebida, al vasito de la mañana,
Al ponche de medio día, y el jugo de la caña de la noche.
Te saludo ¡Poderoso Ron! Y con este nombre genérico
Yo llamo a cada especie –Whiskey, Gin o Brandy:
[Son tipos distintos pero con el mismo efecto;
Y así elijo un nombre que es breve y cómodo;
Porque, lector, hace falta mucho tiempo,
Para lograr que una palabra corrupta sirva para la rima].
La palabra “rum” se usó como sinónimo de alcohol, de borrachera y vicio en gran cantidad de libros, opúsculos, estampas, periódicos, etc.
Beber ron se consideró muy pronto no solo un vicio de alcoholizados depravados, sino también como una costumbre característica de malos ciudadanos, personas como los nativos americanos y las masas de nuevos inmigrados, con frecuencia irlandeses y católicos, que en aquellos años llegaban a los Estados Unidos. Todos ellos hombres inferiores a quienes temer y despreciar, ajenos a las tradicionales virtudes republicanas de la nueva nación.
La frase más famosa de la campaña contra el ron, es la célebre aliteración “Rum, Romanism and Rebellion” (más o menos: Ron, Romanismo y Rebelión) pronunciada durante la campaña de las elecciones presidenciales de 1884. Con ello un miembro del Partido Republicano, el reverendo Samuel D. Burchard, quería atacar al Partido Demócrata identificándolo como el partido del vicio (Rum), de los católicos irlandeses (Romanism, o fieles a la Iglesia de Roma) y de los rebeldes secesionistas de los Estados del Sur (Rebellion). En resumen, una masa de personas extrañas, raras y peligrosas, no auténticos estadounidenses. Como curiosidad habrá que decir que esta ofensa a grandes masas de electores fue un bumerang y el candidato republicano, partido favorito, resultó derrotado.
No obstante, durante la Prohibición el consumo (clandestino) de ron volvió a crecer, porque hacer contrabando de ron desde Cuba o desde otras islas del Caribe a los Estados Unidos era relativamente fácil y barato. Y aunque el ron era solo una de las tantas bebidas alcohólicas que entraban de contrabando a territorio norteamericano, la fila de barcos cargados de alcoholes anclada un poco fuera de las aguas territoriales en espera de las veloces lanchas de motor de los contrabandistas, era llamada Rum Row (Callejón del Ron), mientras que a los contrabandistas se les conocía como Rum Runners (Corredores del Ron). Y el nombre del más famoso de los Rum Runners, se convirtió en una especie de marca de calidad para los consumidores (clandestinos) de bebidas alcoholicas: The Real McCoy.