Appleton Estate. En pleno corazón de Jamaica e inundada de luz, la carretera hacia Nassau Valley es como el ambiente que nos rodea… purificada por la lluvia pero aplastada por el calor. Es cuestión de acostumbrarse.
Aquí, como en otras partes, el ron obedece en primer lugar a las peculiaridades locales. Porque el sitio en el que nace es el que le confiere valor y autenticidad. A través de los cristales empañados del Land Rover que nos conduce hasta el lugar, nos dejamos seducir por los paisajes que van desfilando a nuestro paso. Dichos paisajes nos conducen a esta planicie kárstica que se eleva entre montículos verdosos allí donde la erosión lo permite. Los montículos drenan de agua la superficie y alimentan los campos de caña que se encuentran abajo, saturando los fértiles suelos del poljé. Allí la fuerza de la naturaleza no se malgasta inútilmente y en cierto modo, es así como se desarrollan y prosperan las 4 600 hectáreas de Appleton Estate.
Al contemplar el espectáculo, nos damos cuenta de que la belleza de todos estos grandes terrenos cortan la respiración. En primer lugar, Appleton es un ron de prestigio, por su influencia y por su ejemplo. También es el ron de una azucarera que produce su propia melaza de los campos de caña que se extienden sobre la planicie del Cockpit Country. El dominio produce ron de forma continua desde 1749, aunque data de 1655, cuando tras la conquista de Jamaica por el protectorado de Olivier Cromwell, fue dado como recompensa por su fidelidad a Sir Francis Dickenson tras la derrota de la corona española en San Jago de la Vega.
Aquí el terreno es poco profundo, él lo nutre todo y hace todo el trabajo: es una naturaleza en constante evolución que influye tanto en el aprendizaje de los hombres a través de sus tareas y saberes, como en el clima, que incide en el cultivo de la caña y en el envejecimiento del ron. Y aún más importante es que, bajo esa influencia, la parte de los ángeles llega al 6%. Aquí el agua está por todas partes, llena de luz.
La propia destilería se alimenta de una fuente que después de atravesar las rocas sedimentarias del suelo kárstico, se carga de sales minerales que se añaden al aroma distintivo de la melaza, y que, resurgiendo con tintes azulados, da nacimiento al Black River, uno de los ríos más largos de Jamaica. Aquí la fermentación dura 36 horas, activada por una levadura que la destilería cultiva desde hace generaciones. Esforzándose por sacar lo mejor del terruño está Joy Spence, la master blender que desde hace casi veinte años combina aguardientes pesados, destilados dos veces en alambique pot still, con los más ligeros provenientes de las columnas, para ofrecernos estos dos rones de indudable identidad jamaicana.
Appleton Estate 12 años – 43%
Nariz: Un primer ataque de membrillo, piel de clementina, miel y pasta de almendras, para darle una tonalidad de turrón. El conjunto va zigzagueando después nuevamente entre los frutos (esta vez melocotón) y el sirope de arce.
Boca: Muy rica, con notas a madera de sándalo y miel de frambuesa, evoluciona hacia la cáscara de naranja y a las notas de café salpimentadas de nuez moscada.
Final: Notas de orgeat, granadina y sedosos taninos que completan una mermelada de cáscaras de naranja amarga.
Appleton Estate 21 años Limited Numbered Release – 43%
Nariz: Palisandro, cacao, cáscaras de naranja y clementina, pimienta blanca, popurrí, y madera de rosa al airear.
Boca: Cerezo, mochaccino, rosa pálida, lilas, melocotón: todo muy distintivo y a la vez muy mezclado.
Final: Licor de granada, almendra tostada, miel de castaño, melaza, nuez moscada.