El Gran Relevo
En Saint-Pierre, los sucesores de la familia Lambert están lejos de tener el éxito de sus predecesores. Se lanzan a hacer fuertes inversiones y buscan diversificar la empresa, destilando plantas aromáticas o transformando las plantaciones en campos de bananas o de piñas. Pero los accionistas no tienen medios para asumir tales proyectos, por lo que se enfrentan a la quiebra y la liquidación judicial apenas 10 años después de la remontada de una empresa entonces floreciente.
Pero aparece un comprador, en este caso la empresa Picon, que ya era distribuidor de Saint-James en Francia. Como esta empresa no sabe nada del ron, decide asociarse a la familia Despointes que produce azúcar en Sainte-Marie, en el lado atlántico de Martinica, con la idea de convertir el sitio en una destilería.
Todo esto llevará su tiempo: hay que desprenderse de ciertos dominios como Acajou, Rivière Blanche et Fonds Bourlet. Después de pensarlo, se abandona el traslado de material desde la fábrica de Saint-Pierre, para asentarse en una instalación más moderna, inaugurada con gran pompa en 1974 por Jacques Chirac, entonces Primer Ministro.
Al final, no quedó mucho de la herencia de Lambert aparte de la reputación mundial de la marca, que era lo más importante. El sitio de Saint-Pierre se revendió a unos particulares y la destilería de Trou-Vaillant quebró rápidamente.
Por su parte, las tierras alrededor de Sainte-Marie, incluso las que están situadas al pie del Monte Pelée, no tienen la misma composición que las de Saint-Pierre (más arcilla y menos piedra pómez) y la pluviometría es mayor. En cuanto a la elaboración del ron, la fermentación en cubas esmaltadas más herméticas, hace innecesario el calentamiento del jugo de caña. Destilería— mañana del 6 de julio de 2008
Pero las perspectivas son prometedoras. Gracias a la reputación del la marca Saint-James, la empresa pasa a ser propiedad del grupo Cointreau y después, en 2003, de la Martiniquaise (un nombre predestinado), un peso pesado de los espirituosos en Francia, bajo la estricta batuta de Jean-Pierre Cayard.
Con una producción anual de alrededor de 4 millones de litros de alcohol, la destilería de Saint-Marie era la más importante de la isla, aunque tuvo que volver a hacerse un hueco en el mercado martinicano porque, al cabo de los años, las ventas en Francia y las exportaciones llegaron a tener tal importancia que resultaba prácticamente imposible encontrar una sola botella de Saint-James en las tiendas de la isla, para disgusto de los turistas, a los que les hubiera gustado encontrar in situ su ron preferido. Con el tiempo, este problema se solucionó y hoy en día, los turistas pueden comprarlo en el Museo del Ron, inaugurado en 1980 en Sainte-Marie, en una antigua mansión criolla que data de 1872. El museo se completa con la Casa de la Destilación, abierta en 2010: en ella se puede contemplar una colección única de rones añejos Saint-James, siendo la más antigua de 1885. En la actualidad la casa ya no lo vende, aunque aún se puede comprar en Internet. El precio solo se obtiene bajo pedido.
Una permanencia en el tiempo que sin duda hubiera llenado de orgullo a Paulin Lambert, y por supuesto, al hermano Lefébure.
EN LA ACTUALIDAD: BUENOS TIEMPOS PARA LA CATEGORÍA
Saint-James ofrece hoy en día una vasta gama de variedades de ron agrícola para todos los gustos. Dividida en tres grandes categorías, -“blanc”, “sous-bois” y “vieux”, la gama comprende numerosas referencias. Estas son algunas de las más interesantes:
– Rhums Blancs: cinco variedades que incluyen el Fleur de Canne (50º), producido a partir de cañas de azúcar que, en algunas estaciones secas, adquieren una sobremaduración que le da notas afrutadas y melosas muy intensas. Este tipo de ron solo se elabora en los años en los que las condiciones meteorológicas han sido las propicias, por lo que la producción es limitada. Existe una versión añeja que se envejece 4 o 5 años en barricas viejas para evitar un sabor amaderado demasiado intenso. También existe la variedad Coeur de Chauffe (60º) que es el único de la gama destilado en alambique, lo que por otra parte le deja fuera de la Denominación de Origen. A pesar de ello, en Saint-James consideran que es un merecido homenaje a las técnicas de antaño.
– Rhums élevés sous-bois: dos referencias que pasan tiempo en grandes barricas de roble (de casi 28.000 litros) Paille (marca registrada Saint-James) y Ambré, de 40 y 50º respectivamente.
– Rhums vieux: es la gama más importante y diversificada. Por un lado, están los que tienen menos de seis años, entre los que se encuentran Cuvée d’Excellence, dulce y suave, y Cuvée 1765, más intenso y especiado; y por otro, los extra-vieux (más de seis años), con el Hors d´Âge, muy paradigmático, y los tres Réserve Privée (7, 12 y 15 años), envejecidos en pequeñas barricas.
Saint-James también comercializa rones únicos, como los vintages (millésimes), una tradición histórica de la casa. Con una media de entre 8 y 10 años, son seleccionados para hacer resaltar la incidencia climática del año elegido, ofreciendo así una asombrosa diversidad aromática.
A partir del millésime de 1997, se ha seleccionado un single cask (barrica única) de la que solo se apartan un máximo de 8 barricas al año que se embotellan y numeran específicamente.
Por último, también hay mezclas excepcionales de vintages como la 240, lanzada en 2005, que contenía seis millesimés de entre 1982 y 1996; mientras que la Cuvée Quintessence mezcla los mejores vintages de la casa. Por último, acaba de salir el 250, concebido para rendir homenaje a la historia de la marca sobre la base del millésimé 2000, enriquecido por todos aquellos que han marcado, aunque sea un poco, este largo y prestigioso pasado.