La cuestión de la Prohibición comenzó a plantearse en Norteamérica durante el siglo XIX. Se trató de un movimiento de fondo, conservador, iniciado sobre todo por mujeres hartas de que sus maridos se gastaran el dinero en alcohol. En Estados Unidos y Canadá se convirtió en un asunto electoral y las asociaciones poco a poco se transformaron en grupos de presión.
© Guillaume Ferroni
Los orígenes de la Prohibición
En Estados Unidos, Frances Willard, presidente de la Women’s Christian Temperance Union o Unión Antialcohólica de Mujeres Cristianas, declaró: «Es una guerra en América, una guerra de madres e hijas, de hermanas y esposas, una guerra entre los vendedores de ron y la religión. Dos mundos enfrentados en dónde solo puede haber un vencedor».
En Canadá, donde se hablaba del demonio del ron, el poder federal decidió permitir en un primer momento prohibir el alcohol en las ciudades que así lo quisieran. Después el Estado tomó cartas en el asunto proponiendo un referéndum en 1898. Todas las provincias votaron a favor de la prohibición excepto una: Quebec, ¡donde más del 78% de los sufragios se opusieron a ella! El Estado, contrario a la prohibición, decidió finalmente dejar a elección de cada provincia la aplicación o no de la Prohibición según lo que más conveniente les resultase. En ciertas provincias como Ontario el consumo fue prohibido aunque no la producción, que sería destinada a la exportación. En 1920, el consumo de alcohol se prohibió en 9 provincias canadienses y en el territorio de Terranova, en aquella época colonia británica.
1920 fue el año en el que Estados Unidos entró en la era de la Prohibición. Históricamente fueron primero los Estados los que aplicaron la prohibición para después llegar a una prohibición federal sobre todo el territorio. Solo algunos Estados como Michigan se la saltaron. Los saloons y bares oficiales cerraron y fueron reemplazados por speakeasies, es decir, por miles de bares clandestinos en los que se reunían los bebedores. Comenzaron a pulular destiladores sin vergüenza, estos moonshiners instalaron alambiques clandestinos por todas partes: en las bodegas, en las minas abandonadas, en los cementerios, en los campos… Pero las cantidades que producían eran limitadas y por tanto había que aprovisionarse en otros lugares. Surgieron así millares de traficantes de toda calaña, a los que se llamaba bootleggers, un término que designaba la parte superior de una bota alta y que se utilizaba en la época de la colonización para hablar de tráfico de alcohol entre colonos e indianos.
Los alcoholes más demandados en aquella época eran el whisky y el ron. Los traficantes se dirigían hacia los territorios libres próximos al continente, como las Bahamas, Cuba y San Pedro y Miquelón, pequeña isla francesa situada a unos kilómetros de las costas canadienses, y convertida en plataforma del contrabando llegado de Europa.
San Pedro y Miquelón y la fiebre del ron
Cuando se instauró la prohibición, San Pedro y Miquelón se convirtió en una base de tráfico de alcohol. En la isla, tal y como indica el historiador J.P Andrieux, todos los pescadores se convirtieron poco a poco en importadores de alcohol o en agentes intermediarios. Las empresas de bacalao se convirtieron en empresas de almacenamiento de alcohol. El funcionamiento en la isla era entonces el siguiente: importación masiva de alcohol y después reexportación hacia las costas americanas y canadienses. En 1910, la isla importaba de media unas 11 000 cajas de alcohol al año. En 1923, entraron en la isla un total de 435 700 cajas.
Desde 1919, estaba prohibido en las colonias importar alcohol del extranjero por lo que, al principio, los bootleggers olvidaron el whisky y se volvieron hacia el ron. Pero los americanos y canadienses preferían los rones fuertes y el ron de las Antillas francesas no superaba de media los 50º. Los rumrunners de San Pedro, que oficialmente se dirigían a la Martinica o a Guadalupe, en realidad iban a buscar a Demerara el ron que gustaba a los norteamericanos, es decir, el ron de 78º. La principal figura de ese tráfico fue Henri Morazé, habitante de San Pedro y Miquelón, que se especializó en la importación de ron oscuro. Él describió el ron de Demerara de esta forma: «Era un jugo negro, oscurecido por la melaza, fuerte hasta hacerte escupir fuego porque tenía que rascar para que gustara a los americanos y a los canadienses». Un galón de ron comprado en Demerara a un dólar podía venderse entre diez y trece veces más caro en el continente.
En 1922, los importadores de San Pedro obtuvieron para su isla el levantamiento de la prohibición y la autorización para importar cualquier alcohol extranjero excepto ron, a fin de proteger el de las Antillas francesas. Por tanto, el whisky entró legalmente en San Pedro por primera vez en julio de 1922, suponiendo un salto extraordinario en las exportaciones. Este whisky procedía de Canadá, y también del Reino Unido e Irlanda, que se había independizado desde hacía poco. Se importaron 38 500 hectolitros de whisky frente a solamente 1 430 hectolitros de ron en el año 1923 y solo 380 hectolitros de ron en 1924.
Los traficantes de ron se desviaron de San Pedro durante un tiempo para ir a Terranova, donde la prohibición se había abolido en 1924. Los bootleggers de San Pedro se pusieron a producir su propio “ron” a base de alcohol puro, agua, azúcar, colorante y melaza importada. Finalmente, fue la proximidad de San Pedro con las provincias marítimas canadienses las que salvaron un poco las importaciones de ron en la isla. En 1930, las importaciones remontaron alrededor de 1 000 hectolitros, entre ellas, las del ron de Martinica. En cualquier caso, fue un periodo bendecido para la colonia, que en 1922 tenía un déficit de 500 000 francos pero pasó en 1926 a tener un excedente de 16 000 000 francos, gracias a los aranceles del alcohol.
Cuba, sus cócteles y el ron Bacardí
La situación de Cuba en los años 20 era particular. Se trataba de un país con una economía en pleno desarrollo, especialmente en el sector azucarero, y sin embargo era un territorio bajo dominio americano. A partir de 1914 y 1924, las inversiones americanas se aceleraron y se dirigieron hacia el azúcar. Entre 1914 y 1924, la producción de azúcar en Cuba se dobló. ¡En 1925, el 20% de la superficie de la isla estaba cubierta de caña de azúcar!
En el momento de la entrada en vigor de la Prohibición, muchos americanos estaban en Cuba y los productos cubanos, entre ellos el ron, circulaban por Estados Unidos. El ron cubano se benefició a la vez del contrabando y del flujo masivo de turistas americanos que huían de la Prohibición. Entre 1916 y 1928, el número de turistas de este país pasó en Cuba de 40 000 a 90 000. La Prohibición también hizo huir a los bartenders y propietarios de bares. Algunos incluso desmontaron sus bares en Estados Unidos para reconstruirlos en Cuba idénticos, con el mismo mobiliario. En La Habana, los tres cócteles más servidos eran: el Daiquiri, el Presidente, apodado «el aristócrata de los cócteles», y el Mary Pickford. Esos tres cócteles solían prepararse con Bacardí.
La empresa Bacardí sabía bien todo el provecho que podía sacar de la Prohibición. Creó publicidad para atraer a los turistas. Había carteles en Estados Unidos que asociaban Cuba a Bacardí con el siguiente slogan: «Cuba is great. There is a reason. Bacardí» (Cuba es genial. La razón es Bacardí). La empresa construyó una nueva sede, el Edificio Bacardí, que contenía un inmenso bar para acoger a los turistas. La llegada de turistas americanos a Cuba les permitió almacenar 10 000 cajas de ron en los bares cubanos y vender a partir de 1924 más de 500 000 litros de ron. Naturalmente esos volúmenes también fluían fuera de la isla. Tom Gjelten, en su obra consagrada a esta marca, nos muestra cómo Bacardí cuidaba su imagen de cara a los americanos. Por tanto, está claro que estaban de acuerdo con las redes criminales organizadas en el continente para gestionar los canales del alcohol. Bacardí pagaba a agentes para que fueran a negociar con clientes muy alejados del territorio cubano y se las arreglaba para no conocer la identidad de los mismos. La imagen de la marca era tan importante para la empresa que cuando supieron que en un importante speakeasy de Manhattan se estaba vendiendo falso Bacardí a los clientes, no dudaron en denunciarlo en público. Por desgracia, el ron Bacardí era bastante fácil de falsificar porque se servía en cócteles y los clientes neófitos no podían reconocerlo entre todo el azúcar y sabores que enmascaraban a propósito el sabor del alcohol. En 1929, Francia y Cuba firmaron un acuerdo que permitía introducir en Francia y en sus colonias 500 hectolitros de ron por año. Una vez firmado el acuerdo, Bacardí envió a San Pedro y Miquelón el equivalente al 95% de este contingente anual…
La revolución de las Bahamas
Las Bahamas son un archipiélago de 700 islas cuya capital es Nassau. Se trata de una colonia británica en la que ciertas islas se encuentran a algunos kilómetros de Florida. La historiadora Sally J. Ling demostró que cuando la Prohibición entró en vigor, las Bahamas conjugaron a la vez el modelo cubano, basado en el turismo, y el modelo de San Pedro, consistente en la importación y exportación masiva de alcohol. Desde un punto de vista turístico, la isla de Bimini, situada a 72 km de las costas americanas, se convirtió en un laboratorio a gran escala de la industria del turismo bahameño. Se trataba de una isla de 610 habitantes en la que se construyó la «Bimini Bay Rod and Gun Club», un gigantesco hotel en el que corría el alcohol para los turistas americanos. ¡Durante la construcción del hotel, se transportaron a la isla 36 000 cajas y 12 000 barriles de whisky! El complejo fue previsto para recibir a miles de turistas aunque por desgracia fracasó, ya que en 1922 la temporada turística fue muy mal y el hotel cerró en 1923. Muchos rumrunners salieron de la isla en 1924 y un huracán terminó por destruir el hotel en 1926. A pesar de todo, Bimini continuaría siendo un lugar de almacenamiento y difusión de alcohol gracias a su proximidad con las costas americanas.
Por el contrario, otras ciudades e islas se aprovecharon de la situación, especialmente Nassau, situada en la isla de New Providence, que se convirtió en el cuartel general de los rumrunners. Desde Nassau se negociaban los envíos de alcohol hasta Nueva Jersey y Nueva York. Los bahameños abandonaron la pesca para cargar las cajas de alcohol de los contrabandistas. El más célebre de ellos fue Bill McCoy, quien creó una sociedad en Bahamas en 1920, The British Transportation and Trading Company.
Un espía de los guardacostas americanos apodó a Bay Street, la avenida principal de Nassau, como la Booze Avenue (booze proviene del argot inglés que significa aguardiente). La isla era descrita como una isla de millonarios a la que centenares de neoyorquinos iban a hacer fortuna. En el archipiélago se creó una clase acomodada y en Nassau se construyeron numerosos hoteles como el New Colonial o el Royal Victoria. En 1929, la Panam abrió una línea aérea entre Miami y Nassau.
La tercera isla de Bahamas en beneficiarse de la Prohibición fue Gran Bahama, situada a 88 km de Florida. Un pequeño pueblo se transformó en una ciudad repleta de edificios, bares, tiendas de alimentación y destilerías para producir alcohol in situ. Pero el ron presente en Bahamas provenía principalmente de Jamaica, Barbados y Cuba. El whisky venía directamente de Reino Unido y también de Canadá. También se podía encontrar ginebra, champán y aguardientes franceses.
Epílogo
Todas esas rutas marítimas que acabamos de nombrar: Cuba, Bahamas, San Pedro y Miquelón, Florida, Nueva York y Canadá, constituyeron lo que se llamó el Boulevard del Ron, el Rum Row. Se extendía desde Florida hasta las provincias marítimas canadienses y llegaba hasta el límite de las aguas territoriales americanas e internacionales, que se situaban a poco más de 5 km de las costas americanas hasta 1924 y, después, a 19 km. El problema era que en Estados Unidos había más de 30 000 km de fronteras a vigilar, con solamente 15 500 agentes, de los que 11 000 eran guardacostas.
Los rumrunners escapaban de la vigilancia a la menor ocasión. Llegaban a esta famosa frontera a través de aguas internacionales y se aprovechaban de la falta de vigilancia llegando a las costas y depositando en ellas sus mercancías. Por suerte para ellos, los contrabandistas estaban bien equipados. Poseían lanchas que podían ir a 55 km/h mientras que los barcos de los guardacostas no sobrepasaban los 26 km/h. En 1924, el Secretario de Estado Americano de Comercio estimó que un tercio del alcohol de contrabando presente en el territorio americano provenía del Boulevard del Ron.
La Prohibición fue un fenómeno social que afectó a todo un continente y a algunos países europeos como Finlandia. Su fracaso se debió principalmente a la imposibilidad de controlar a cada ciudadano y de evitar la corrupción que gangrenaba a toda la administración americana. Durante las elecciones de 1928, se acusó al ron de ser el responsable de la caída del candidato demócrata Alfred Smith, favorable al levantamiento de la Prohibición. Habría que esperar a la elección del presidente Roosevelt en 1933 para que finalmente fuese abolida.