¡Up Spirits! La Ceremonia del Ron a bordo de los navíos Británicos

Por lo que sabemos, el ron se distribuyó a los marineros ingleses por primera vez en el año de 1655, en la isla de Jamaica. El hecho se produjo de modo no oficial y no tenemos muchos detalles, pero sabemos que el ron sustituyó a la habitual ración diaria de cerveza. Hasta entonces, los marineros ingleses tenían a su disposición, mientras navegaban, dos bebidas: el agua y la cerveza. Ambas estaban almacenadas en barricas de madera en la estiba de las naves, un sitio sucio e insalubre. Muchas veces, desde que subían el agua a la embarcación, esta era turbia y se deterioraba muy rápido, por lo cual era imbebible al cabo de pocas semanas. La cerveza se mantenía potable por más tiempo, pero se hacía amarga transcurridas un par semanas y esto empeoraba con los largos viajes transoceánicos.

Cuando las naves estaban en el extranjero, los capitanes podían comprar vino y, a veces, también brandy, pero estas eran bebidas caras y, casi siempre, producidas por los países enemigos. En cambio, en Barbados y en todas las Indias Occidentales, el ron costaba poco y estaba disponible en grandes cantidades, pues era producido por las propias colonias inglesas. Además, ocupaba menos espacio que la cerveza y no se deterioraba con el tiempo, e incluso, mezclado con agua rendía más.

Así, el ron empezó a formar parte de las prebendas diarias de los marineros (y de los soldados) ingleses en las Indias Occidentales. Durante décadas su difusión dependió de las decisiones personales de los capitanes, sin que hubiera ninguna regulación desde arriba. Por fin, en 1731 el Almirantazgo decidió que “…en los navíos obligados a realizar viajes al extranjero, se puede distribuir una pinta de vino o media pinta de brandy, ron o arrack, en vez de un galón de cerveza”.

Esa decisión conllevó muchos problemas ya que, normalmente, los marineros bebían el ron puro, de un solo trago. Era una costumbre muy peligrosa, causaba muchos accidentes en las maniobras y también, a menudo, muchos problemas de disciplina. Recordemos que en esa época la graduación alcohólica del ron era probablemente muy superior a la de hoy en día.

Mientras tanto, la Historia con mayúscula seguía su rumbo. En Abril de 1732, en alta mar, probablemente no lejos de La Habana, un guardacostas español bloqueó y abordó un bergantín británico, el Rebecca, por sospecha de contrabando. Lo que verdaderamente pasó después no está claro, pero unos años más tarde en 1738, el capitán del Rebecca, Robert Jenkins, mostró frente a una comisión de la Cámara de los Comunes los restos de su oreja izquierda, afirmando que los españoles se la habían cortado mientras saqueaban su barco e insultaban al rey británico. La opinión pública estaba furibunda con España debido a los «ultrajes» que sufrían las naves británicas, por ello, el gobierno Británico le declaró la guerra a España, una guerra que más tarde se conocería como «La Guerra de la Oreja de Jenkins».

En el 1739 una flota grande zarpó rumbo a las Indias Occidentales bajo el comando del vice almirante Edward Vernon, quien se hizo héroe nacional tras la conquista de la importante ciudad española de Portobelo, en la costa atlántica de lo que hoy es Panamá. Más adelante, las cosas no le fueron tan bien, pero ahora no nos ocuparemos de ello.

Así pues, en 1740 durante su estancia en el Caribe, las enfermedades, los incidentes y los castigos azotaban a las tripulaciones británicas, más que las armas enemigas. Después de reflexiones y consultas con sus médicos y capitanes, el 10 de agosto de 1740, Vernon firmó una Orden que merece la pena citar con detalle: “…la peligrosa costumbre de los marineros de beber su ración de ron en vasos y con frecuencia toda de una vez, provoca efectos fatales tanto en su moral como en su salud” [por lo tanto ordeno] “…que el ron no se sirva ya más puro… sino que la ración diaria de media pinta por hombre… se mezcle cada día en la proporción de un quart de agua por cada media pinta de ron en presencia del Oficial de Día, quien debe poner especial cuidado en comprobar que a los hombres no se les reduzca con engaños su plena ración de ron y que después de haberse mezclado se sirva a los hombres dos veces al día, una entre las 10 y las 12 horas de la mañana y la otra entre las 4 y las 6 de la tarde”.

Alabado sea quien inventó el sistema métrico decimal, pues la historia de las unidades de medida antes de su adopción, tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos después, es un auténtico caos. Y con la complicación añadida de que las medidas cambiaban según el contenido (por ejemplo líquidos o cereales) y con el paso de los años. Además las técnicas de producción preindustrial no eran lo suficientemente avanzadas para producir barricas estándar siempre del mismo tamaño. Por suerte a nosotros nos basta saber que un cuarto (quart) en el 1740 era la cuarta parte de un galón, algo menos que un litro, por lo que la nueva bebida estaba compuesta por una parte de ron y cuatro partes de agua.

Como era de esperarse, a los marineros no les gustó esa innovación. Ellos querían emborracharse con el ron, no beberlo diluido, pero la disciplina naval era muy rígida y tuvieron que aceptarlo. No obstante, la costumbre de emborracharse a bordo no desapareció, pero disminuyó significativamente y, en consecuencia, los accidentes y los castigos.

La nueva bebida no tenía nombre, pero con esa inventiva que tienen los marineros para ponerse motes, inventaron pronto uno. Vernon era llamado por los marineros «Old Grogram», debido a una capa impermeable que le gustaba ponerse y que estaba hecha de un tejido llamado Grogram. Pronto su bebida sería llamada «Grog».

Al principio esta normativa era solo para la flota comandada por Vernon, pero más tarde, el Almirantazgo extendió las mismas normas a toda la Marina Británica.

Con el tiempo la ración de ron disminuyó y se distribuía una sola vez al día, dando lugar a uno de los más enraizados, típicos y francamente sorprendentes, rituales de la Marina Británica. Un ritual llamado Up Spirits o también Tot, que duró más de 200 años, precisamente hasta el 31 de Julio de 1970, el Black Tot Day.

Nadie como los británicos sabe crear rituales de la nada o casi, no hay que olvidar que el deporte es una invención suya. Pero en este caso había un problema real a resolver y nada fácil. El problema era mezclar el ron con agua, pero con “especial cuidado en comprobar que a los hombres no se les reduzca con engaños su plena ración de ron”.

Para calcular la cantidad justa de ron cada día, antes que otra cosa, había que contar a los hombres que tenían derecho a la ración. Que no eran todos los tripulantes del barco, ya que había que excluir a los enfermos, los castigados, ausentes o demasiado jóvenes y a los pocos que no bebían. Por lo tanto, la cantidad de ron necesaria cambiaba cada día. No había que usar menos ron para no defraudar a los hombres, pero tampoco de más para no robar a la Marina.

Y los encargados de tan importante tarea para la moral de la tripulación debían ser controlados para que no robasen una parte del ron del almacén. Después, una vez calculada la justa cantidad de ron y sacada del almacén, cada día había que mezclarla con la correspondiente cantidad de agua dulce. Y de nuevo, durante este proceso de mezcla, había que evitar que los encargados escondieran parte del ron, distribuyendo así un Grog demasiado aguado. Los complejos procedimientos que regulaban la distribución diaria del ron encararon todas esas dificultades.

Así pues, se fue conformando un ritual, una ceremonia diaria que incluía mucho más que el respeto por la justa cantidad de ron. Para los marineros, Up Spirits constituía a menudo el momento más placentero del día, reforzaba sus lazos y contribuía a reafirmar su identidad colectiva. Participar en la ceremonia era un signo de hombría y madurez a la vez que confirmaba las jerarquías establecidas. En resumen, era un hecho social fundamental de la vida a bordo.

En diferentes obras sobre la Marina Británica tenemos varias descripciones, a menudo teñidas de nostalgia, de cómo era esta ceremonia. Algunos detalles cambiaron con el tiempo y entre un barco y otro había diferencias, pero he aquí una reconstrucción, muy abreviada, del ritual en un barco británico de la primera mitad del siglo XX.
A las 10:30 el encargado del almacén empieza a hacer las cuentas y establece la cantidad de ron que hay que retirar.

A las 11:00 al sonido de la campana de a bordo le sigue el silbato del Contramaestre. “Up Spirits” grita un Suboficial, seguido del murmullo de los marineros que esperan ansiosamente el mayor acontecimiento social de la jornada. El Suboficial se acerca al Oficial de Día y muy cortésmente le recuerda que es la hora del Up Spirits. El Oficial de Día toma el mando de un pelotón formado por el Suboficial, por el encargado del almacén con su ayudante y a veces con un piquete de soldados.

Después de una compleja y formalizada rutina para coger las preciadas llaves, descender bajo la cubierta y abrir la puerta, todo el pelotón entra en el almacén y los encargados retiran la cantidad justa de ron. Después, otra rutina para cerrar el almacén, devolver las llaves a su sitio y volver a subir en cubierta. En una estancia preparada para ello, se mide el ron de nuevo, bajo los atentos ojos del Oficial de Día.

Mientras tanto, a las 11:45 el barreño del Grog, con sus espléndidas letras en cobre en las cuales se puede leer THE KING-GOD BLESS HIM (El Rey-Dios lo Bendiga), se ha colocado sobre el puente.

Cuando llega el pelotón con el ron al barreño se produce un intercambio de consignas y se controla de nuevo la cantidad de ron. Después, el ayudante del encargado del almacén mide la cantidad de agua en el barreño y ofrece un vaso de ese agua al Oficial diciendo: ”Test for salt, sir” («Pruébelo por la sal, señor»).

Si el agua es buena, el Oficial da su consentimiento y el ron se vierte en el barreño y se mezcla. Por fin, el Grog está listo y se comienza la distribución a los marineros que guardan cola. Cuando todos han tenido su ración, lo que queda en el barreño se arroja por la borda, siempre respetando una serie precisa de palabras y gestos.

Para dar la última pincelada al cuadro, hay que recordar que todo el ritual iba a menudo acompañado con el sonido de las gaitas. Y esto todos los días, durante meses, años, décadas, de la vida de una marinero.