¿Cuándo el ron ya no es ron? Es la pregunta hecha por Ian Burrell durante una conferencia/debate en Tales of The Cocktail en Nueva Orleans. Hemos querido dar la palabra a los que hacen el ron. Sin embargo, hoy vamos a hacer una excepción al entrevistar a un aficionado bien conocido entre sus colegas, y también conocido por su franqueza. Sin rodeos y sin concesiones…
¿Quién es usted?
Me llamo Olivier, conocido también como Od Underwood en Internet. Tengo 35 años. Simple aficionado al ron, no soy profesional del sector. Desde hace unos años soy miembro del grupo de Facebook «La Confrérie du Rhum» (La Cofradía del Ron), y uno de los administradores de «La Communauté du Rhum Agricole» (La Comunidad del Ron Agrícola).
¿Cómo llegó usted al mundo del ron?
Como mucha gente, descubrí el ron saliendo de noche, en cócteles y mezclas más o menos afortunadas y, en general, con rones de poca calidad. Después, durante mis viajes, descubrí productos de mejor calidad aunque fue durante una estancia en Martinica cuando me «enamoré» del ron al descubrir marcas como Neisson, Depaz, HSE o Trois Rivières. Posteriormente intenté ampliar mis conocimientos, en primer lugar, probando la mayor variedad de ron posible y después interesándome por sus procedimientos de fabricación y por su historia. Después de hacer un tour alrededor del mundo del ron que me decepcionó en muchas ocasiones, volví a mi primer amor, el ron agrícola.
¿Cuándo el ron deja de ser ron?
Arduo debate, que suscita varias problemáticas, entre ellas, la reglamentación sobre la información que deben llevar las botellas. Desde hace varios años estamos asistiendo al nacimiento de nuevas marcas que se abren paso gracias al creciente apasionamiento de la gente por el ron, a grandes campañas de marketing y a atractivos packagings. Todo esto no es malo en sí mismo. Pero el problema que yo veo y con el que vuelvo a la cuestión planteada, es la elaboración de estos productos y la desinformación que conllevan. El ron es un destilado de la caña de azúcar. Su base puede ser tanto la melaza como el jugo de caña. Las diferentes propiedades visuales, olfativas y gustativas provienen de diversos elementos: la caña, la fermentación, la destilación, el envejecimiento, las barricas o las mezclas. Todos estos parámetros aportan la maravillosa diversidad de conocemos. Por desgracia, con las nuevas marcas, aparece un nuevo factor: el de los aditivos.
Para dar «carácter» a estos nuevos rones sin historia, se intenta (en laboratorios), recurrir a la adición de elementos diversos: miel, azúcar, caramelo, virutas de madera, (perfectos para simular el envejecimiento), o incluso glicerina, son algunas de las «joyas» que encontramos en estas bebidas. En mi opinión, en estos casos no se puede hablar de ron.
Por otra parte, están los engaños en los años, más que dudosos, que se mencionan en las botellas (estoy pensando sobre todo en marcas aparecidas en 2010 o 2012 que anuncian rones de 7, 10 o 12 años. Este tipo de cosas son las que más me molestan. Se trata ni más ni menos que de engaños por omisión con el objeto de estafar al consumidor. Es normal que un ron tenga sutiles notas de fruta. Es el fruto de un savoir faire que va desde la elección da la caña hasta su envejecimiento a través del trabajo de orfebrería de los maestros bodegueros. Pero los sabores químicos a Grand Marnier, a vainilla, a caramelo o a plátano de los caramelos Haribo, no lo son. Además de ser malo para el paladar y probablemente para la salud, este tipo de productos a mi entender son fraudulentos. Por tanto, eso no es ron, sino un ron modificado o un espirituoso con base de ron. Por desgracia, no existe ninguna reglamentación al respecto.
En Martinica, además de la AOC y en menor medida la IGP en Guadalupe, no existe ninguna legislación en el mundo del ron. Eso deja la puerta abierta a todos esos abusos. Sin embargo, debo insistir en una cuestión: hace tiempo, una foto estuvo circulando por todas partes. La foto era de una botella de Don Papa en la que se había cambiado la palabra “ron” por la de «bebida espirituosa». No sé si eso será verdad ya que yo no he tenido esa famosa botella entre las manos. Pero significa que estamos en el buen camino.
Pero, cuidado, esta es solo mi opinión y puedo estar equivocado aunque sin embargo espero que alguien pueda probármelo. De momento, entre los análisis y las catas de numerosos entendidos, tengo miedo de estar en lo cierto.
Sé que mis palabras podrían ser, si no refutadas, al menos matizadas. Ya he oído a ciertas personas hacer alusión a La Favorita y su famosa receta de familia que ha hecho correr ríos de tinta, o a otras declarar que en la mayoría de los rones la adición de azúcar o caramelo es algo normal. Yo simplemente les digo, que sí, que tienen razón. Pero que al contrario que sus famosos añejos, La Favorita no tiene Denominación de Origen (AOC), y que en el ron por definición (para las personas que no estén muy al corriente), hay aditivos.
Por último, si me permites añadir algo más, me gustaría abordar el tema de los acabados. Muy de moda desde hace poco tiempo (imagino que desde el éxito de HSE con tres muy buenos añejos), ciertas marcas también se han lanzado a ese nicho. Para algunos, esto desnaturaliza al ron y en realidad podríamos considerar que están usurpando la denominación de origen. Yo personalmente, no soy de esta opinión. Es cierto que el toque que dan las barricas que han contenido otros alcoholes modifica el gusto e incluso el contenido de azúcar del producto final, pero hay que tener en cuenta que ciertos rones son íntegramente envejecidos en barricas que utilizan otras marcas para sus acabados (estoy pensando especialmente en Longueteau, cuyos rones se envejecen en barricas de coñac). De todas formas, salvo raras excepciones, todos los rones se envejecen en barricas que ya han sido utilizadas.
Eso es todo. Mis palabras podrían ser vistas como las de un sectario intransigente que solo aprecia el ron agrícola de las islas francesas. Hay algo de verdad en ello. Es cierto que lo prefiero. Sin embargo, también sé apreciar y reconocer la calidad de otros rones de melazas o de jugo puro de caña. Isla Mauricio, Guyana, Santa Lucía, Barbados, etc. Hay muchos países que tienen una oferta de calidad sin necesidad de recurrir a esos modernos métodos de edulcoración escondida, que, repito, para mí no son más que un engaño y un fraude al consumidor.