Capítulo 3: Llegó la hora de las conclusiones
Tan pronto como aterrizo en París, cojo un vuelo a Madrid. Emiliano y Elvira, que están preparando el primer número de Rumporter en español, me están esperando. Marc Catalán, director de Flor de Caña para Europa, con quien tenemos una cita, ha oído hablar de mi viaje a Nicaragua, por supuesto. Cuando finalmente puedo dejar mis maletas en París, le envío un mensaje a Jason Glaser. En un giro radical de los acontecimientos, el tono ha cambiado. Ariel Granera Sacasa y Jason finalmente se han conocido. Me dice que han progresado enormemente.
Los problemas que tuvo con el Ingenio San Antonio fueron tantos que cree que se debieron a una sucesión de malentendidos. No me dejo embaucar, pero tampoco soy cínico al respecto. La política no es más que el juego de ganar y perder terreno. Confío absolutamente en Jason, aunque sé que no es un santo, y le tengo mucho aprecio a Ariel, así que me digo a mí mismo que, al final, el tiempo está de nuestro lado. Ya no es urgente escribir el reportaje. La vida vuelve a la normalidad.
Tiempo para reflexionar
Además, siento que hay un gran agujero en mi investigación. No puedo ponerme en contacto con la gente de Pase, la asociación estadounidense que facilita asesoramiento legal gratuito a los trabajadores que han sido expulsados de los sistemas de seguridad social. Son una de las mejores fuentes de información sobre el terreno, pero ya no me responden. Una vez conseguí contactar con «Clémentine» en Skype.
Ella me pidió específicamente que no la nombrara en el reportaje (he cambiado su nombre por este motivo) por miedo a no poder volver nunca a Nicaragua a trabajar como abogado. Así que esperaré a hablar con ellos antes de escribir algo. Esperar unos meses me ayudará a reposar las cosas: la mente hará su magia y seguirá trabajando inconscientemente. Me doy cuenta de que tengo miedo de no estar a la altura de lo que está en juego.
Después de unos meses, empiezo a escribir un poco, sobre todo durante mis viajes en tren. Cambio el título del reportaje diez veces. Quiero algo que llame la atención en redes sociales pero también que sea un fiel reflejo de mis ideas, sin ser demasiado sensacionalista. Recuerdo la valiosa lección periodística que me enseñó Tom Gjelten. Después de dudar entre «Asesinato en masa con caña de azúcar» y «¡Circulen, no hay nada que ver!», Finalmente opto por una pregunta: «¿Fue justificado el boicot a Flor de Caña?».
Al final me voy de retiro durante una semana, solo en los Alpes, para escribir toda la historia. Una caminata de dos horas en la montaña estimula la mente más que cinco horas de escritura estresada y acompañada de café y cigarrillos. Todas las piezas comienzan a encajar. Esta narración es el resultado de estos momentos tranquilos. Sopeso, evalúo y descarto algunas de las ideas negativas al darme cuenta de que hay cosas que realmente no nos incumben.
Una enfermedad con múltiples causas
Es hora de llegar a conclusiones. De lo contrario, podría ser culpado por acabar este artículo sin responder la pregunta que titula el reportaje. ¿Cuán justificado fue el boicot a Flor de Caña? Puedo responder espontáneamente que sí lo estuvo, ahora que puedo presentar argumentos. Es razonable pensar que, en sus respuestas oficiales, la administración de NSEL mencionara otras causas de la enfermedad que les permitieran limpiar su nombre, con el objetivo de ganar tiempo para resolver el problema internamente sin manchar su reputación o, incluso, para evitar pagar por un sistema mortal del que son solo uno de muchos beneficiados.
De mis reuniones con algunos médicos de salud pública, investigadores independientes a los que el estado nicaragüense sigue poniendo palos en las ruedas, aprendí una cosa. No hay un único culpable al que se pueda colgar en la plaza del pueblo. A todo el mundo le cuesta encontrar el origen del problema. Esto es un hecho. Cuando falta información, lo fácil es simplificar y culpar solo a una parte. Todo tiene muchas ramificaciones y, en mi opinión, esto es lo que sucede con el CKDu. Dicho esto, ¿por qué esperar a saber la causa a ciencia cierta cuando se puede mejorar la más fácil de todas: las condiciones de trabajo de los cortadores de caña?
Un mundo aparte
Los gerentes del Ingenio San Antonio que conocí siempre han sido muy agradables, con motivaciones genuinamente buenas (lejos de los esbirros hipócritas que esperaba encontrar). Sin embargo, viven en una especie de realidad alternativa, un mundo aparte. Es posible nacer en el Grupo Pellas y hacerse mayor, recibir una educación, trabajar, envejecer y morir allí. Sus directores tienen todo el derecho de presumir sobre su sentido de la responsabilidad social (una forma de paternalismo que ha desaparecido en nuestra parte del mundo, lo que no es necesariamente algo bueno). Pero no se sienten responsables de las políticas de salud pública, que deben ser aplicadas por el estado nicaragüense.
Como dice el encantador doctor Aragón, son principalmente culpables de entrismo y de no participar en los esfuerzos colectivos. Es fácil decir esto cuando estás cómodamente sentado en tu silla a 8 000 kilómetros de allí y por eso he medido cuidadosamente mis palabras. De hecho, en lugar de argumentar un caso contra el Grupo Pellas, más bien culpo al modelo de desarrollo que han alentado las instituciones mundiales. El caso nicaragüense ilustra el típico caso de productivismo, estableciendo industrias de exportación en áreas rurales y provocando los habituales problemas asociados: destrucción de estas comunidades rurales, monocultivo, pérdida de biodiversidad, entrada en un círculo vicioso al intentar modernizarse pero a la vez endeudándose, etc.
Dignidad o modernidad
En el fondo, los directores del Grupo Pellas piensan que tienen razón. Una prueba de esto es lo orgullosos que me hablaron de la Galería de Managua. Admirada por su modernidad y las marcas que han abierto tiendas allí (Adidas, Apple, Zara), la Galería no es más que un centro comercial exactamente igual a los del resto del mundo y, en realidad, supone un mazazo a los negocios locales.
No los culpo cuando yo mismo elijo estúpidamente la comodidad de un cuatro por cuatro con aire acondicionado en lugar de los taxis caóticos y calurosos de la calle. Y no los culpo necesariamente cuando leo sobre lo que está sucediendo en Chiapas, donde las comunidades rurales autónomas creadas por los zapatistas bajo el subcomandante Marcos continúan rechazando este modelo de desarrollo con un considerable coste en términos de esfuerzo diario, a cambio de recuperar su dignidad y libertad de pensamiento. Dignidad contra modernidad, un debate complicado.
Los resultados de la lucha
Lo diré nuevamente: sí, esos bartenders norteamericanos tenían razón al pedir el boicot a Flor de Caña, pero ahora la situación ha cambiado. Como dice Jason Glaser, es hora de mirar hacia adelante y animar a Flor De Caña a seguir avanzando de manera abierta. Por ejemplo, ha firmado con ellos un acuerdo de cooperación que ha dado frutos y ha convertido SER en la refinería de azúcar más avanzada de América en este sentido.
Jason, que cambió el nombre de su fundación por Isla Network, está trabajando para extender el alcance de su investigación y activismo a otros países de América Central, pero también a África (Egipto) y Asia (Sri Lanka, Tailandia).
Habitualmente me pide que presione a sus nuevos amigos nicaragüenses para acelerar el avance de los proyectos. Ahora ambiciona limpiar todo el sector de la melaza en la industria del ron con la ayuda de Bonsucro. Como señala Ian Burrell, si quieres culpar a A, ¿qué pasa con B que compra melaza de A y C que la compra de B? Pero perseguir el origen de la melaza es un juego completamente diferente y tiene un número infinito de ramificaciones. La melaza viaja de incógnito. Además de esconderse en puertos y colarse de polizón en cargueros como Tintín y Milú, poco podemos hacer para rastrear los camiones cisterna, que encima se usan para otros propósitos además de la producción de ron.
Un homenaje a las víctimas
Esta investigación concluye con una nota de esperanza, pero no puedo evitar pensar que los muertos nunca serán resucitados, ni las viudas de las víctimas de CDKu serán compensadas. Claramente, Nicaragua no tiene los recursos financieros necesarios. En cuanto al Grupo Pellas, no tienen la voluntad ni el poder financiero para soportar toda la responsabilidad en este problema. El tema de la compensación y el largo tiempo empleado para poner soluciones en marcha seguro que dejará una mancha imborrable en la conciencia de todos los que estuvieron implicados en esta trágica historia.
Mientras tanto, quiero deciros una cosa a todos: descanso, agua y sombra. Es así de simple, como un aperitivo antes de la cena… pero quitando el aperitivo, y añadiendo el trabajo manual.